CUMPLEN ÚLTIMO DESEO DE EX BEISBOLISTA

La última voluntad del beisbolista yucateco Adolfo Loría Montero, quien falleció el 11 de enero pasado a los 93 años en la ciudad de México y quien pidió que sus cenizas fueran traídas a su tierra y depositadas en el estadio Salvador Alvarado, se cumplió.
La mañana de ayer beisbolistas de antaño y familiares del extinto pelotero depositaron las cenizas del ex jugador de los Diablos Rojos del México en los jardines del entonces campo de pelota, cerca  donde actualmente se ubica la fosa de clavados del inmueble.
Previamente se realizó una sencilla ceremonia con la presencia de don Wílliam Berzunza, miembro del Salón de la Fama del Méisbol Mexicano y compañero de equipo del desaparecido jugador, el historiador Carlos Castillo Barrio, así como el presidente del Salón de la Fama del Deporte Yucateco, Gaspar López Poveda y el presidente del comité elector, Rusell Gutiérrez Canto, entre otros invitados especiales.
Fue una sencilla ceremonia en la que hablaron del extinto pelotero, su hijo José Elías Loria, don Carlos Castillo y finalmente don William Berzunza. Posteriormente se pidió un minuto de aplausos para el “Chel” Loría, quien a sus 92 años todavía era jugador activo, el más veterano de la Liga Petrolera en el Distrito Federal donde radicó los últimos años de su vida.
Ex jugador de las Estrellas Yucatecas en la desaparecida Liga Peninsular, de acuerdo con el historiador Castillo Barrio recordó que él tenía entre 10 u 11 años cuando conoció al ‘chel’ Loría a quien calificó como una buena persona, muy responsable, pero de un duro carácter que lo marcaba y lo hacía diferente con otros jugadores.
Su hijo agradeció este homenaje y recordó a su padre como una persona entregada a este deporte y muy estricto y quien jugó béisbol hasta sus últimos días, su último partido fue en marzo de 2015 y luego cayó enfermo.
Fue su hija mayor, Melba rosa Loría Verde de Recio, quien se encargó de esparcir las cenizas de don Adolfo Loría Montero, ahí en ese sitio donde años atrás su padre patrullaba esa zona  y dejó constancia de la calidad de su brazo.
Su hija entregó posteriormente al Salón de la Fama del Deporte Yucateco, sus spaicks, su vestimenta y algunas pelotas que el extinto pelotero guardaba con recelo.

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