CARLOS FRANCO, LA HISTORIA DE UN SUEÑO ANHELADO

Cuando Carlos Franco me contó su proyecto llamado #HaciaLaMancha2018, sinceramente pensé que era un sueño complicado, en el que tendría que invertir mucho dinero, porque su principal reto era no tener en Yucatán un lugar con una temperatura del agua con al menos 15 grados centígrados para emular la frialdad que se encontraría en el histórico cruce del Canal de La Mancha.
Para tratar de conseguir esa temperatura, Carlos se metía a su bañera llena de hielo, para que su cuerpo se adapte a la frialdad, incluso en las madrugadas entrenó en el Centro Acuático de Caucel, todo con la idea de cumplir su sueño.
Y es que en sus ojos y sus palabras se podía entender que su proeza era un sueño anhelado, que sabía que a sus 43 años no sería nada fácil, pero que lo impulsaban su esposa Abi, sus hijos y amigos que lo motivaban a convertirse en el primer yucateco en lograr esa gran hazaña.
Hoy, al enterarme que tras 15 horas y ocho minutos (de forma extraoficial) de nadar de Inglaterra a Francia, consiguió su sueño, y sin duda me sentí emocionado y honrado de ser su amigo, porque fui testigo de las muchas puertas que tocó para conseguir recursos, y aunque varias no se abrieron, si hubo otras que le brindaron su ayuda, principalmente en el plano nacional, lo que al final lo llevó a Dover, días antes del rango de las fechas que le habían proporcionado los encargados de validar el cruce, y que por azares del destino contemplaba su fecha de cumpleaños: el 26 de septiembre.
Y al final el destino le cumplió su sueño, precisamente en el día de su cumpleaños, un momento histórico y emocionante, sobre todo, por los gritos de su esposa y su entrenadora Nora Toledano, desde la embarcación que lo cuidó en el recorrido de 35 kilómetros, cuando salió del mar y levantó los brazos para que se escuchen las campanas que dejaban escrito su nombre en el libro de marcas del Cruce de la Mancha.
La historia del Cruce seguramente la contará una y otra vez Carlos a su llegada a Mérida, y no se cansará, porque fue un sueño anhelado, desde tiempo atrás y que le costó mucho esfuerzo y que lo tienen, sin duda en el inicio de una serie de merecidos reconocimientos, incluso con un pie en el Salón de la Fama del Deporte Yucateco, porque es una hazaña que merece ser escrita con letras de oro.

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